En muchas ocasiones las situaciones de conducta que se presentan en la infancia se deben a la falta de atención y tiempo de los padres para sus hijos. Como adultos responsables de su formación debemos respetar sus emociones y promover una buena conexión con ellos. Entonces, ¿qué es el tiempo especial en disciplina positiva?
Como ya es conocido, la disciplina positiva fortalece la autodisciplina y el autocontrol, ayuda a los estudiantes a entender la importancia de tomar decisiones positivas y responsables, eliminando la idea del “castigo”. Este modelo educativo da paso al reconocimiento y validación de las emociones de los niños y niñas.
¿Qué es el tiempo especial?
Es un espacio planificado previamente en el que compartimos con nuestros hijos alguna actividad de su interés; preferiblemente elegida por ellos. Esto favorece la conexión, fomenta la confianza y les hace sentirse valorados, pertenecientes e importantes.
Es importante destacar, que estos espacios brindan seguridad, mejoran la comunicación y les ayuda a sentirse amados, reforzando el desarrollo de habilidades sociales.
¿Cómo hacerlo?
Le recomendamos seguir los siguientes puntos de la mano de la disciplina positiva para lograr ese tiempo especial:
- Hacer un calendario donde estén agendadas esas citas importantes.
- Si hay varios hijos, debe haber espacios por separado. Cada uno merece y necesita su propio tiempo especial.
- Expresar el deseo porque llegue el día para compartir y escucharlos.
- Entre más días y más tiempo se pueda invertir es mejor.
- Debe realizarse en todas las edades, siempre es necesario tiempo de calidad.
- Estar presentes, es decir, además de estar presentes físicamente debe existir toda la atención para ellos. Debe evitarse el uso del celular o cualquier otro dispositivo electrónico.
La disciplina positiva promueve relaciones respetuosas y alienta el desarrollo de habilidades y destrezas emocionales en la infancia. Se fundamenta en la importancia de la conexión con los niños, para que se sientan significativos en todo ámbito de sus vidas. Es por eso, que es un trabajo conjunto entre el hogar y el centro educativo.
Como familia generemos cambio en la formación y educación de las nuevas generaciones, todos los niños y niñas merecen crecer con la capacidad de reconocer sus emociones, siendo guiados y valorados.