Jugar al fútbol de forma regular durante la adolescencia se asocia con una buena condición física aeróbica y una mayor capacidad de mantener la atención de forma sostenida. Los futbolistas muestran mejores tiempos de reacción en la tarea de vigilancia, lo que denota una mejor habilidad para mantener la concentración. Entre los beneficios de este deporte se encuentran: reduce el riesgo de obesidad y previene enfermedades del corazón, ayuda a bajar la presión arterial y el colesterol, fortalece los músculos y aumenta la resistencia física, estimula la coordinación motora mejorando el equilibrio, la fuerza y la buena postura corporal.